Miembro de la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile (FOJI) y cursando el cuarto año de la carrera de Derecho en la UFRO, Benjamín Inostroza ha logrado compatibilizar conciertos, ensayos y evaluaciones universitarias, proyectando una carrera que integra la música y el estudio del Derecho.
A sus 21 años, Benjamín Alejandro Inostroza Fuentes ha logrado construir un camino muy particular que une dos mundos que parecieran transitar por rutas distintas: la música clásica y el Derecho. Oriundo de Collipulli y cursando el cuarto año en la carrera de Derecho en la Universidad de La Frontera, este joven combina sus responsabilidades universitarias con una sólida trayectoria musical que ha ido consolidando desde la adolescencia.
Su historia con la música comenzó a los 14 años, cuando participaba en agrupaciones escolares. Aunque su intención inicial era estudiar saxofón, el destino lo llevó a escoger otro instrumento. “Yo quería elegir el saxofón como instrumento principal, pero como no quedaban cupos, me tocó elegir el trombón (…) y la verdad, es la mejor decisión que pude haber tomado”, recuerda.
Esa elección marcaría el inicio de un recorrido que lo llevó a postular y ser seleccionado en la Orquesta Sinfónica Juvenil Regional de La Araucanía, elenco perteneciente a la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile (FOJI). Allí adquirió una formación que no solo fortaleció su técnica musical, sino también habilidades transversales que hoy reconoce como esenciales en su vida universitaria. “Los aprendizajes más significativos han sido la disciplina que requiere tocar un instrumento, el trabajo en equipo y el aprender a escuchar y entender a los demás”, señala.
Gracias a este camino, Benjamín ha tenido la oportunidad de presentarse junto a orquestas profesionales, como la Orquesta Sinfónica de la Universidad Católica de Temuco y la Orquesta Filarmónica de Temuco, experiencias que atribuye directamente al apoyo institucional que ha recibido. “La FOJI ha influido enormemente en mi crecimiento, no solo como músico, sino también como persona. Fue la institución que me abrió las puertas a un mundo más competitivo”, afirma.
Desde el trombón al Derecho
Al mismo tiempo, Benjamín desarrolla su formación en la carrera de Derecho en la Universidad de La Frontera, donde encontró un segundo espacio de vocación. Su interés por el área jurídica surgió del deseo por comprender y aportar al sistema de justicia. Hoy, entre sus ramos favoritos destacan Derecho Procesal y, especialmente, Derecho Penal. Sin embargo, compatibilizar ambas áreas no ha sido sencillo. El futuro abogado reconoce que muchas veces los ensayos, conciertos, clases y evaluaciones coinciden, obligándolo a una estricta administración del tiempo. Aun así, sostiene que ambas pasiones forman parte esencial de su identidad y proyecta un camino profesional que permita unirlas.
“La música siempre ha sido lo más importante de mi vida, junto con mi familia. Integrar ambas cosas es un poco difícil, pero existen áreas del Derecho donde se puede lograr, como los derechos de autor y la propiedad intelectual”, comenta.
Hoy, Benjamín representa a una nueva generación de jóvenes que encuentran en la interdisciplina un espacio de crecimiento, construyendo trayectorias que no renuncian a sus talentos, sino que los integran. Su historia refleja el impacto de la formación musical temprana y el desafío de iniciar una carrera jurídica sin dejar atrás el arte que lo ha acompañado desde la adolescencia.
Carlos Sáez Figueroa, Facultad de Ciencias Jurídicas y Empresariales.
